En el año 1883 Josep Vilaseca fue el encargado de reformar el edificio de la Casa Bruno Cuadros, justo cuando el Modernismo comenzaba a dejarse ver y el gusto oriental estaba muy en boga.

Vilaseca combina toda clase de elementos arquitectónicos y se ha inspirado en otras culturas. Los balcones están llenos de referencias egipcias; en la fachada, los esgrafiados y las vidrieras recuerdan sombrillas y abanicos. Sin duda, la mayor atracción es el gran dragón de hierro forjado que se exhibe, orgulloso y altanero.

Su belleza oriental, colorido y la delicadeza de sus decoraciones convierten la Casa Bruno Cuadros en una parada prácticamente obligada, para los que vivimos en la ciudad o la visitamos por primera vez. La encuentras justo a los pies del Pla de l'Os.